Los mismo edificios,la misma palmera pero ahora todo inmerso en una atmósfera distinta, llámese también “especial”.El cielo está ennegrecido y la luz blanca de la nubosidad me quema los ojos.Me inquieta El ruido de automóviles enloquecidos y un transporte público perdiendo los estribos.
Creo que nunca me había fijado en la cordillera,claro,si apenas se escabulle entre los bloques de cemento del drástico Santiago matutino.Hoy está más pura que nunca y parece ser la razón de mi ceguera temporal.
martes, 20 de mayo de 2008
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