viernes, 25 de abril de 2008

Sin Valentina.


Abrí los ojos pensando que habían pasado al menos 3 días,
Los volví a cerrar para rogar que así fuera.
Hundí las uñas sobre las sabanas y mordí con fuerza desmedida mis labios intentando
calmarme un poco, pero sólo conseguí soltar unas cuantas gotas de sangre sobre
la suave seda que protegía aún mi manoseada intimidad.
Miré el techo durante minutos interminables buscando un poco de ruido en las calles
para a ver si así apagaba la vergüenza que sentía de mi misma y de mi nombre.
Recogí un poco del lastimado valor que aún quedaba, me senté mareada a los pies del catre
e intenté mantenerme erguida siempre afirmando mi delgado y frágil cuerpo para no terminar en el suelo... otra vez.
Busqué con la mirada algún rastro de mi ropa intima sin éxito, me levanté a duras penas para dirigirme al cajón
y busqué un par de bragas y un brasier dentro de mi desorden característico, pensando que solo con eso ocultaría las marcas en mi cuello, brazos y piernas. No razonaba.
Caminé hacia el baño, prendí la luz y contemplé estupefacta una mujer desconocida que me observaba desde el espejo,
era alta y extremadamente delgada, su cabello era largo y algo marchitado debido a un historial de tinturados fallidos en busca
del color perfecto, hematomas destellantes sobre la hermosa piel tostada y ojos hermosamente maltratados en maquillaje.
La miré detalladamente un momento sin poder lograr reconocerla, su presencia no me molestaba y sin dirigirle la palabra
creo que entendió que podía quedarse.
Sin deshacerme de mi delicado conjunto de encaje largue el agua fría que calló como un diluvió de cuchillas que mi cuerpo
agradecía en su alivio que en vez de cortar cicatrizaban y curaban, acariciaban y calmaban.Permanecí en una especie de
placentero trance hasta que mis dedos se arrugaron mis labios quedaban sin oxígeno y mi carne masticada se contraía de frío.
Salí y tomé una toalla blanca del armario, sequé un poco mi cabello enredado y lancé la toalla inútil sobre un sillón de cuero
del que tanto me gustaba alardear ante mis amistades fetichistas.
Busqué con desesperación un cigarrillo para mal influenciar a mi inoperante sistema nervioso y me senté semidesnuda en el balcón...no me quedaba más que
inundar en químicos mis jodidos pulmones acostumbrados a la exisita nicotina... miré el cielo, estaba nublado.. entre smog, ganas de llover ,el humo tóxico de mi cigarrito y mis torcidos pensamientos..
por qué yo..
Valentina.. por qué a ti...

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